19 mayo, 2022
“Ámate a ti mismo” es una frase que hemos escuchado y leído muchas veces, pero ¿quién soy? ¿a quién amar? Aquello que creemos ser no da respuesta real a estas preguntas. En nuestro interior sabemos que hay mucho de nosotros que no conocemos y nos perdemos en el intento de reafirmar nuestra identidad sobre una base que carece de consistencia. Una identidad que depende siempre de con quién estamos, cuándo, dónde e incluso de nuestras actitudes, intenciones y razonamientos, una identidad puesta afuera de nosotros que no hace más que negar nuestra verdadera naturaleza y el amor a uno mismo, que están dentro.
El Sistema de Diseño Humano es un cuerpo de conocimientos que nos ofrece una descripción detallada y precisa de cómo funcionamos, cómo funcionan nuestros mecanismos. Por ser un sistema lógico facilita el entendimiento de la complejidad intrínseca a los mecanismos biológicos y cognitivos del ser humano, los cuales revelan y describen de un modo fascinante la impronta del ADN de cada uno de nosotros con detalle y precisión más que milimétricos. La impronta genética es aquello que nos hace únicos; revela lo que es consistente en nosotros y también nuestro potencial de sabiduría cuando se gestiona correctamente.
Es una herramienta de fundamentos lógicos que sirve para que te conozcas, pero lo que es aún más importante es que te da una alternativa para la toma de decisiones. Tu diseño y la estrategia inherente a tu tipo y tu autoridad interna son una base sobre la que experimentar, contrastar y poner a prueba. Una vez que conoces tu diseño, tienes una hoja de ruta que sirve de parámetro para ver si de verdad funciona y lo ves, lo ves en tu vida y en cómo tu vida cambia en función del modo en que tomas tus decisiones. El experimento requiere de tiempo y determinación, requiere de curiosidad por ver qué pasa si comienzas a decidir de una manera diferente y diferenciada.
Para comprender por qué decimos que el Sistema de Diseño Humano es una ciencia con fundamentos lógicos, es necesario introducir algunas premisas básicas, comenzamos.
En 1781, Sir William Herschel descubrió el planeta Urano y, coincidiendo con este evento, tuvo lugar una mutación extraordinaria que determinó el rumbo evolutivo de la especie humana: la emergencia del llamado Ser Humano de 9 Centros. El hombre de Neanderthal, por ejemplo, tenía 5 centros (como los mamíferos modernos), mientras que la cognición del hombre de Cromañón u Homo Sapiens –quien reinó en el planeta en los últimos 90.000 años– operaba a través de una matriz de 7 centros, conocidos como chakras. Nosotros –los seres humanos posteriores a 1781–, en cambio, operamos a través de una matriz cognitiva de 9 centros y en ese sentido somos una forma transicional –a la que en Diseño Humano nos referimos como Homo Sapiens in Transitus– entre el Homo Sapiens y la próxima especie en la evolución: el Rave.
El Sistema de Diseño Humano es el cuerpo de conocimientos que se deriva de las mecánicas intrínsecas al Ser de 9 Centros y las describe. Es una síntesis de conocimientos antiguos (Astrología, I Ching, Sistema hindú de Chakras, Cábala Judía) y contemporáneos (Física Cuántica, Astronomía, Genética, Bioquímica) que son integrados en un mapa único y revolucionario: el Mandala del Rave, dentro del cual se enmarca el Cuerpo Gráfico del Rave. Como toda síntesis, no es ninguna de sus partes, pero tampoco podría ser lo que es si faltara alguna de ellas.
La rueda interna del Mandala, está dividida en las 12 constelaciones astrológicas, siendo los signos los que nos indican la posición planetaria. La rueda externa está dividida en 64 particiones que se derivan de los 64 hexagramas del I-Ching, los cuales están en perfecta correlación con los 64 codones del código genético humano, es decir que cada una de estas divisiones en relación a la rueda astrológica es un potencial genético al que llamamos puerta.
Una puerta tiene un arco de 5o 37’ 30”, dentro de ese arco cada puerta contiene 6 líneas. Podríamos mencionar también que cada línea tiene 6 colores; cada color, 6 tonos y cada tono, 5 bases; arrojando un total de 1080 puntos únicos y diferenciados para cada una de las 64 que son. Pero estos son datos que menciono sólo para dejar ver que no es el signo, no es la puerta; es la línea y la línea con unas características y un potencial cognitivo muy específico y profundo dentro de un vasto abanico de posibilidades. Decimos que eres único, y único es único.
Cuando un planeta está en una posición específica, su información viaja a través de la corriente de neutrinos activando ese potencial genético con la información que carga. Los neutrinos son sub-partículas emitidas por todas las estrellas vivas, contienen masa en su núcleo y es la partícula más pequeña y abundante en el universo. Estamos literalmente sumergidos en un océano de neutrinos, imagina que nos traspasan 3 trillones de neutrinos por segundo; por ser una partícula subatómica atraviesa todo aquello que conocemos como formas atómicas (todo lo que vemos, tocamos, todo lo material).
En su viaje, los neutrinos hacen un constante intercambio de información con los cuerpos con que se cruzan, son alterados y alteran (Ra Uru Hu lo explicaba como algo similar a un choque entre dos coches; un poco de pintura del rojo queda en el blanco, un poco de pintura blanca queda en el rojo) y es así, a través de la corriente de neutrinos, como nos llega la información que determina nuestra impronta genética en el momento de nacer. Es una cuestión puramente física.
Esto quiere decir –y lo voy a explicar sin entrar en el verdadero nivel de detalle subyacente en cada puerta– que si en el momento del nacimiento hay un planeta en una determinada línea de una cierta puerta en la rueda, esta activación se traslada a una característica dentro del cuerpo gráfico activándola, coloreándola.
Pero eso, que no es poco, no es todo.
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